martes, 13 de abril de 2010

ESPIAS EN LA ESCUELA


Una mañana, como otra del año, decidieron entrar cuatro espías para saber que ocurría en la escuela que ellos querían entrar. Cuatro espías que contrataron a un profesor “sabelotodo” para guiarlos en el transcurso de su estadía, estadía que iba a ser truncada por ser un personaje indomable.

Estos espías se dicen ser cuatro amigos inseparables para la sociedad y conformado por un pato, el cual era un gran nadador pero perezoso al caminar, trepaba con mucha dificultad y saltaba con vuelo, lo cual el profesor le disgustaba porque a pesar de que el pato trataba nunca lo hacia bien, así que el profesor le decía: Fuera que es lento, ahora salió sordo y cascorbo.
Lo castigo mandándolo a una esquina cada recreo de la escuela.

Así que el profesor llamo a la liebre y emocionado le dice:
Tú, serás el que gane todo, ¡tengo fe en ti!
Pero la liebre no entendía muy bien lo que decía, aún así le dio una gran sonrisa a su profesor.

El profesor la coloco a nadar y supero al pato, corrió y era extremadamente emocionante, perfecta su salida y llegada a la pista de carrera, daba saltos largos y no cortos, trepaba hasta las copas de los arboles y volaba en mente porque cuando el profesor intento decirle no solo una sino varias veces que volara, y otra vez pero no veía resultado, se desilusiono el profesor y lo castigo, mandándolo a la misma esquina del pato.

Aquí se presenta la cabra que con ayuda de los dos animales anteriores la cabra logro correr, saltar y se dice que casi hasta nada pero el profesor vio que no rendía en los ejercicios de él y la castigo como los demás.

Siguió el águila, el profesor le disgustaba que fuese sobresaliente en las actividades.
A pesar de haberse inscrito para ser los mejores en todas las materias, observaban que esto se les dificultaba; pero el águila corrió, salto, trepo y el profesor “sabelotodo” se dijo:
¡Este, sí es! y se entusiasmo tanto que lo enviaba muchas veces a treparse, consiguiendo con esto que una de sus alas se lastimara, al ver que el águila no trepaba ya bien lo castigo, lo mando a nadar y el águila empezó a ahogarse. Pedía auxilio pero el profesor le decía:
¡Si se cree tan valiente, salga de esto solo, porque yo no le enseño más ustedes son holgazanes y con personas así no trabajo!

Al escuchar esto el águila, observaba a sus amigos como trataban de ayudarla pero lo cual fue impedimento pues el profesor no permitía salvarla pues nadie ha podido contra dicho profesor.

Estos hallaron la razón, cuando más de un estudiante de los demás cursos le decía:
¡Ese profesor, es una bestia; aunque aparenta ser dócil, sencillo y amable, es todo lo contrario!
Pero ellos no escucharon y así lo contrataron, recordando esto los animales se dijeron ¿Cómo lo salvamos? Somos buenos nadadores pero no hemos podido contra él.

De repente uno de los tantos estudiantes de la escuela dijo:
¡Usted profesor! Es un soberbio, egoísta e indomable prepotente; dice ¿Qué lo sabe todo? Pues déjeme decirle que ¡No!

Inmediatamente la ardilla, así es, la ardilla, se lanzo a salvar al águila, le presto primeros auxilios y la llevo con sus demás amigos y les dijo:
Muchachos, ¡los admiro! Yo fui estudiante del profesor sabelotodo pero nadie puede con él. Yo realice todas las actividades de él y aún así él decía que yo no podía con nada.

Pero los felicito, buen trabajo han hecho, creo que ustedes son nuevos porque nunca los he visto por aquí.

El profesor regaño a la ardilla por inmiscuirse en las cosas ajenas pero como nadie lo escuchaba se quedo callado y la ardilla le dijo:

Profesor que todo lo sabe, sabia usted que el pato es ciego, la liebre sorda, la cabra muda y el águila es la única que los guía para que ellos conozcan la belleza de la ¡VIDA!

El profesor quedó perplejo, se sentó y se colocó a llorar, pidió perdón por ser una persona que no se fija en los demás si no solo en él.

Todos lo abrazaron, incluyendo la ardilla que le había gritado con profundo rencor y le dijo: ¡Lo perdono profesor! Y así sucesivamente los cuatro espías también perdonaron al profesor, y no solo esto, si no toda la escuela.

Moraleja: “Por más que digamos que todo lo sabemos, tenemos derecho a equivocarnos per también de reconocer los errores y corregirlos, sin juzgar a los demás por sus discapacidades, pues todos somos iguales, ¡somos una sola familia!”

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